Micofobia: miedo a las setas
Micofobia: miedo a las setas
Tradicionalmente, las setas han provocado en el ser humano sentimientos encontrados entre la devoción religiosa y el terror. El miedo persistente, anormal e injustificado hacia todo lo relacionado con el mundo de las setas y los hongos es conocido como micofobia. Quienes padecen esta patología no sólo rehúsan de comer setas o platos que las contengan, sino que tampoco pueden mirarlas ni tocarlas.
Puede que la micofobia haya existido mucho antes de que el hombre fuera hombre. De hecho, sabemos que algunos animales han evitado tradicionalmente el consumo de ciertas setas venenosas casi de forma instintiva. Quizás ahí radique la base de esta patología, en la falsa creencia de que todas las setas pueden ser potencialmente venenosas.
El micófobo no se arriesga a comer o tocar setas por miedo a morir intoxicado. Algunos expertos creen que el origen de la micofobia radica siempre en una experiencia traumática vivida en la infancia, ya sea por haber sufrido una intoxicación tras consumir setas o por presenciar la muerte de un familiar tras ingerir la seta equivocada, dándose también casos en los que el afectado desconoce el origen de su miedo. Lo cierto es que todo buen micófobo que se precie, ante el contacto directo o visual con una seta, presenta síntomas dispares como ataques de pánico, escalofríos, aumento de la frecuencia cardíaca, sudoración excesiva, temblor o estremecimiento, dolor torácico y dificultad para respirar, molestias estomacales, vómitos, mareos y/o desmayos.
Más allá del trauma clínico, existe una variante micofóba de tipo cultural, concretamente de índole religiosa. Mientras Asia, Sudamérica y Europa del Este son zonas de tradición micófila, Europa occidental se ha caracterizado por ser una zona micófoba. ¿A qué se debe esta peculiar tendencia? Es sencillo. Si hay una institución famosa por demonizar y prohibir el consumo de setas, ella es la Iglesia Católica europea.
Esta guerra abierta contra el Reino Fungi hunde sus raíces en los inicios de la conquista y cristianización del continente americano. Cuando los misioneros católicos entraron en contacto con los mexicas (o aztecas), se horrorizaron al ver cómo estos consumía hongos alucinógenos para entrar en contacto con sus dioses en rituales y ceremonias poco ortodoxas. Rápidamente, la Iglesia católica asoció el consumo de setas con Satanás, la brujería y el pecado, prohibiendo y persiguiendo su consumo en toda la Europa católica.
Por fortuna, este tabú no caló en Europa del Este y Asia. Tampoco lo hizo entre las culturas indígenas del continente americano, cuyos chamanes siguieron valiéndose de las setas para entrar en contacto con sus divinidades. En la actualidad, no es casual que la Europa cristiana siga estando por debajo de la media en el consumo de setas a nivel europeo y mundial. De aquellos barros, estos lodos.
Cabecera: la micofobia también afecta a los japoneses (moeponzu.com).
Imagen: algunas de las fobias más habituales en la infancia (fochenruosshui.com).
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